miércoles, 3 de diciembre de 2008


Ayer, a eso de las 13.30 había quedado con una señora a la cual no conocía, sólo había oído su voz por el teléfono. Sabia de ella que tenia 85 años, soltera y que vivía en alejada del núcleo urbano.

Tras media de camino logre encontrar la casa. Se trataba de un cortijo situado en un lugar privilegiado, con vistas maravillosas y como escenario las montañas repletas de nieve. Cuando me baje del coche, allí estaba la señora esperando para recibirme, bajo la parra que cubría toda la entrada de la vivienda. Me imaginaba que me recibiera una señora con aspecto deteriorado, anciana, maltratada por los años, pero no fue así. Me esperaba una mujer alta, con el pelo tenido de rojo pasión (según ella), elegante y muy bien vestida.

Techos viejos, paredes desconchadas, y un fuerte olor a humedad, se mezclaba con los olores del fuego de la chimenea y del café recién hecho.

Yo no paraba de imaginar como una persona podía vivir en aquel entorno. Como podia ser el dia a dia de una persona alli. Tenia muchas preguntas en la cabeza, quería saber muchas cosas, pero no quería parecer indiscreta. Así que deje que comenzará ella a hablar.

No hizo falta que yo preguntase nada, ella comenzo a contarse su historia, una historia que a nadie dejaría indiferente.

Procedía de una familia muy acomodada, con un hijo y una hija (ella). Vivían en ese mismo lugar, en una casa inmensa, con muchas personas trabajando para ellos. Tenia una profesora a diario, montaba a caballo, su pasión era la lectura. Allí fue creciendo, bajaba los fines de semana al pueblo, tenia muchas amigas, con las cuales compartia confesiones de sus primeros amores. En casa no podía hablarlo con nadie, era la niña y la mas joven.

Su hermano, tres años mayor que ella, pronto se casaría y se trasladaría de casa, quedando ella con su padre y madre.

Todo el mundo en el pueblo sabia que provenía de una familia muy adinerada, por ello, según ella, ningún hombre se atrevía a pretenderla. Hasta que un día conoció a uno, se enamoró locamente, Se escapa con el a escondidas, se escribían cartas y cada domingo se veían en compañía de alguna persona del servicio. Un domingo, como otro cualquiera, este hombre le dijo que tendrian que dejarlo, pues el no tenia nada que ofrecerle y que sabia que si no era así, no seria bien aceptado por su familia. Ella conteniéndose las lágrimas, le dijo que si el pensaba así, que ella no iba a insistirle, pues nunca le había pedido nada, solo amor. El hombre se marchó y hasta el día de hoy. Nunca mas volvió a enamorarse.

Ahora se arrepiente de no haber luchado por lo que quería, por su ese hombre del que estaba y esta enamorada.

Setenta y ocho años después, esta señora me dijo que se había equivocado de vida. Que ya no tenia solución. Sólo le quedaban los recuerdos y el espíritu joven de aquel entonces.

¿moraleja?

1 comentario:

Luismi dijo...

Pues no sé si lo preguntas por OBVIO o porque de verdad hace falta ponerlo entre interrogantes. A mí, en mi caso particular, se me ocurren unas cuantas según si estamos hablando de dinero, de amor, de integridad personal o de proyecto vital. Aunque ya se sabe que todos los caminos llevan a Roma de todas formas. Al final lo que queda claro es que todos y todas nos terminamos arrepintiendo de LO QUE NO HEMOS HECHO...

Saludos.